domingo, noviembre 14, 2010

Medicos y Ocio

Selores de Cabuérniga,Noviembre 2010

Hola a todos, pe
rdón por la tardanza en reaparecer,gracias y empezamos.
Hoy va de médicos.Tras acudir la pasada semana a un evento social ,que no viene al caso explicar,para mi infortunio,era la única asistente con ciertos conocimientos sanitarios(la inmensa mayoría se dedicaban a la abogacía/empresa/ejército)he vivido de nuevo esa situación ,de por si habitual en los de nuestra profesión en la que,cualquier hijo de vecino,te hace una consulta profesional,entre canapé y canapé y "by the face"o por la cara.
Durante las 3 horas del acto ,fuí consultada por patología de rodilla(un jovezuelo atlético), artrosis de cadera(una señora mayor),una mamoplastia(una reciente madre),la conveniencia o no de aplicarse una vacuna(una doncella de conducta promiscua ,al parecer) y la idoneidad sobre un tratamiento dental(un capitán que buscaba un ascenso y quería mejorar la imagen),esto ya ,durante los dulces,con lo desagradable que resulta que te muestren los piños impregnados de chocolate para una valoración rápida y gratuita, y es que la gente no se corta ni un pelo....con nosotros los galenos.Asi pues ,cuando volvi a mi hogar y meditando sobre el tema, abrí el correo electrónico y dió la casualidad de que había recibido un mail en el que algún desconocido colega , plasmaba mi reciente vivencia y otras similares referidas al ocio de nosotros los médicos y que dejo aquí para disfrute de propios y extraños,no sin antes ,darle las gracias al autor con el que estoy completamente de acuerdo:

Médicos de vacaciones

Los médicos somos
propiedad pública, de día, de noche, en casa o de
vacaciones, siempre
accesibles y encendidos.

Ahora, en verano, habrá
millones de vuelos y cientos de personas que
se encontrarán mal a miles
de metros del suelo. Entonces se oirá el
famoso y temido 'por favor,
¿hay un médico a bordo?'.

El resto de los pasajeros continuarán tranquilos, disfrutando de su
viaje, con la seguridad de que nunca se va a oír por el altavoz
anuncios que digan 'por favor, ¿hay una peluquera a bordo? Hay una
señora muy despeinada'. O, 'si hay un arquitecto, por
favor, que se
pase por cabina que el piloto necesita una segunda
opinión sobre los
planos de su casa'. Y, mucho menos, 'tenemos un pleito
entre dos
pasajeros que quieren apoyar el brazo en el
apoyabrazos a la vez,
¿hay un abogado en el avión?'. No, claro, qué
tontería. La salud es,
al fin y al cabo, lo único realmente importante y el
médico siempre
está en la obligación de cumplir con su misión de
buen samaritano de
lujo.

El problema es que una llamada de este tipo es complicada. El
susodicho facultativo se puede haber tomado unas
cuantas cervecitas
de esas que ahora hay que pagar, o a lo mejor le
aterroriza volar y
lleva un colocón a valium.

Pero lo peor es la especialidad. 'Hola soy médico, ¿en qué puedo
ayudar?'. Y al decirlo ves a esta señora detrás agarrándose el pecho
y algo azulada. Si eres psiquiatra, forense, anatomo-patólogo,
microbiólogo, incluso
traumatólogo o cualquiera de las otras
especialidades bien lejanas
a la urgencia médica, en ese momento no
sabes dónde meterte o incluso te arrepientes de no
haber metido
calzoncillos/bragas de recambio en el equipaje de
mano.

No puedes hacerte el loco,
porque probablemente seas el único del
avión que sabe a qué lado
está el hígado, pero claro, de ahí a
hacerte responsable de la
señora color pitufo, va un mundo. El
psiquiatra puede asegurars
e de que la señora no se deprime mientras
se muere y el traumatólogo le puede revisar las caderas y, si
sobrevive, proponerle una
prótesis. El forense, si se espera un
ratito, lo mismo es útil y el
anatomopatólogo puede ir revisando los
filetes de la comida, más no.


Lo cierto es que uno no
puede pedir a la azafata que sea más
específica y lance un aviso
tipo: 'por favor, si hay un médico de
familia-de urgencias-
cardiólogo-internista o intensivista, que dé un
paso adelante y los demás
médicos, que callen para siempre'. No,
porque un médico es un
médico y si hasta los familiares y amigos no
distinguen categorías y le
consideran a uno 'chica para todo', mucho
más un extraño.


Porque ser el médico de la
familia tiene su miga y tiene
connotaciones variadas. La
responsabilidad que te cae encima el día
que entras en la facultad,
nunca la viste venir. En caso de problemas
graves de salud de alguien
cercano te conviertes en el cabecilla,
filtro, traductor, mensajero y
representante de tu tribu. Hasta el
familiar más extrovertido o
fanfarrón, el que siempre elige el vino,
en la vida real, te pasa la
batuta y te quedas solo ante el peligro.
Y ante los pequeños
altercados de salud de tu gente más cercana,
siempre estás ahí, a
cualquier hora e independientemente de tu
especialidad o de la distanc
ia para atender las ansiedades, preguntas
y aclaraciones.

Hay hermanos de los que sólo sabes cuando tienen un niño malo,
cuñados plastas de los que te cuentan hasta cuando les sale un grano,
hermanas que te obligan a
decidir si ponen las vacunas de pago a sus
hijos o no, tíos que te cogen
por banda para hablarte de un hombro
que les duele o madres que
te leen cifra por cifra sus análisis de
sangre esperando que tú, p
or supuesto, te sepas todos los valores
normales. Uno se va haciendo a ello, disfrutando de esa manera
peculiar de querer a tu familia, imaginando lo
aburrido que debe ser
que los familiares te llamen sólo para contarte las
vacaciones o los
problemas con la hipoteca.

Haces una medicina distinta, en algunos casos incómoda, pero en
otros, tremendamente agradecida. Siempre recordaré las veces que
desde Inglaterra y por teléfono tuve el privilegio de
diagnosticar
bronquiolitis o 'croup' a algún que otro sobrinillo.


Y, además de las azafatas,
cajeras de supermercado y familiares para
los que siempre estás de
guardia y listo para salir corriendo a una
llamada de altavoz o teléfon
o, están todos esos extraños que
aprovechan cualquier momento para hacerte una consulta. Siempre me
acuerdo de un fontanero que vino a arreglarme la
ducha, trabajo que
le llevó un par de minutos, y después, al enterarse de qu
e yo era
médico, me consultó
durante un rato por las amigdalitis de su niño,
los problemas ginecológico
s de su mujer y sus propios dolores de
espalda y seguidamente me atizó una cuenta que me dejó el bolsillo
temblando (sin recibo, claro).

Se me pasó por la cabeza la situación contraria, ver yo
a este hombre
como paciente y luego,
como el que no quiere la cosa, pedirle que me
arregle la lavadora rota,
gratis claro. No, qué locura, por favor, un
médico es de todos y para
todo.

Así que esto es lo que hay,
que a los médicos todo el mundo la goza
criticándolos, pero a ver en
qué otra profesión vive uno siempre de
guardia. Y para acabar,
déjenme que les cuente la anécdota de un
anestesista que acude a la
llamada de una azafata para encontrarse
que un cirujano necesita qu
e su colega le ajuste la luz de lectura.

Pues eso, disfruten del
verano que luego tienen todo el invierno para
ponerse malos.

Tras esta aleccionadora lectura sobre la que conviene reflexionar,tan solo os ruego,señoras y señores,lectores todos,que tengáis un poco de consideración cuando sintáis ese irrefrenable impulso de consultarnos algo si nos veis en bañador o jugando al golf,esto os lo dice esta sufrida Smith que ha prestado asistencia a un desconocido recién operado del corazón ,durante un vuelo de Luxor a el Cairo sin más medios que un abanico(glubs)o en otra ocasión en que vestida de fiesta con los taconazos habituales ,un sábado por la noche ,atendió a una vecina que tuvo la genial idea de patinar en el portal de casa y durante la pirueta se destrozó una cadera al aterrizar sobre un escalón o aquella otra vez en la que tuvo que palpar una abdomen a una paciente,junto al departamento de verduras del Carrefour,junto a las lechugas concretamente,metiendole la mano por la falda,con el riesgo a un equívoco sobre tendencias sexuales que ello conlevó para esta que suscribe.
Gracias por adelantado .
Ahora los videos hacedores de sonrisas que ,como es de obligación versan sobre sanitarios.
Feliz semana a todos.



1 comentario:

Creatividad y Artesanía dijo...

Pues si os consuela lo de ser psicólogo no es para menos... desde estar con alguien y que te digan si le estas psicoanalizano en el primer minuto de contacto, a que le preguntes a alguien ¿que tal? y te respondan "pues tú sabras que para eso eres psicólogo" y lo peor es que desde que a un grupo de compañeros/as se les ocurrió la béndita idea de aparecer en las catastrofes ahora todo el mundo nos reclama para las suyas personales en fin que el vecino tenga caballos y hayan moscas NO ES UNA CATASTROFE, que tu jefe te dice cosas que no te gustan NO ES UNA CATASTROFE... Yo en mi vida personal llevo mucho cuidadito en decir a lo que me dedico y si me asaltan recurro a "pues me llamas de 8 a 15h", aún así no siempre funciona.
Besos
Mamen